lunes, 28 de febrero de 2011

Psicología de la violencia de género y su influencia en la escolaridad.


“La violencia engendra violencia” (Esquiló)

Siendo el niño un producto social, es de todos sabido que es el producto del modelado no solo de los padres desde su gestación, sino también es el producto de lo que adquiere e interioriza a través de los estímulos conductuales que recibe mediante la observación de nuestro entorno, esto es, familia y amigos así como distintos medios educativos y los otros medios que nos rodean, además de la conducta propia del ser humano: “la imitación”.

Estas conductas adquiridas, por imitación a la larga hacen aparecer al joven como un inadaptado, como un deficiente pedagógico. Cierto es que el ser humano en forma innata trae consigo una carga de violencia primitiva, asociada a la capacidad innata de defensa, para lograr la supervivencia del más apto en medios hostiles.

Ocasionalmente estas conductas provienen de una carga genética de ancestros con altas dosis de ADN y cromosomas violentos, así como también la mayoría de nuestras conductas violentas son aprendidas y se desarrollan desde la observación conductual, tanto de nuestro entorno cercano como familiar y relaciones sociales, así como desde los estímulos audiovisuales como el cine y televisión.

Al hombre como especie humana, hay que educarlo para vivir en sociedad, para respetar los derechos ajenos, para atender la moral del grupo, por lo tanto no pueden someterse a castigo, si lo que ha faltado es EDUCACION. Así las cosas, es necesario pensar que las sociedades evolucionan para lograr la supervivencia de la especie, de manera que, no es absurdo inferir que las sociedades evolucionan incluso genéticamente. Ocasionalmente evolucionan, excepcionalmente involucionan, es decir, la violencia se ha apoderado de ellas (LAS SOCIEDADES) y estamos estigmatizados mediante el aprendizaje de una violencia reactiva al más mínimo estímulo. El maltrato habitual y consuetudinario en el hogar por parte de uno de los progenitores, cuando se convierte en abuso; la manipulación, y la violencia se instaura como sistema de relación, la familia se ve seriamente lesionada y se convierte en una familia disfuncional, lo mismo ocurre con las sociedades y estas se convierten igualmente en sociedades disfuncionales. Las sociedades nos inculcan que debemos aplicar una violencia reactiva. No nos extrañemos de que como consecuencia de estas formas de educar, junto a la idolatría egocéntrica que generamos desde distintos entornos sociales en el individuo y reforzadas por la tormenta de derechos sin deberes con la que nos regalan los políticos por un puñado de votos, se produzcan aumentos en conductas violentas como las agresiones repetidas en centros escolares.

Hablar de violencia es símil de vejación de hecho y de derecho, de vejación de palabra, violencia y maltrato físico, acoso sexual ( de parte del profesor a los alumnos y viceversa; y de los alumnos entre ellos mismos), violencia y maltrato psicológicos.

Estas disociaciones influyen en el desarrollo de la vida afectiva y emocional del individuo, por ende se comienza a gestar un individuo con temores a las relaciones interpersonales y a generar más violencia entre unos y otros, bajo la égida de la exigencia de “respeto”.

Como también suele suceder que “el más fuerte” quiere imponerse sobre el “más débil” y someterlo a sus designios a través de la fuerza. Es así como en otras sociedades se ha llegado a observar, el hastío del individuo, que para poner “coto” a tan intolerable situación recurre a medios cada vez más violentos, que van a generar una situación extrema que solventen su situación, es decir, recurren a armas blancas, armas de fuego, aplicación de astucia, sagacidad y habilidad (situaciones estas al margen del derecho y de las normas del buen vivir).

El maltrato viola derechos fundamentales de los niños/as. El maltrato a los niños/as es un grave problema social, con raíces culturales y psicológicas. La violencia generada en las aulas de clase, en las Instituciones Educativas, es la violencia de mayor magnitud y más denigrante, por tratarse del recinto formador de individuos para ser insertados en la sociedad.

La educación del hogar cumple un rol fundamental en la educación del individuo, sin embargo, la formación de las Instituciones Educativas es un complemento de esta educación del hogar que si lo vemos desde una perspectiva conjunta, actúan como “formadores de ciudadanos integrales”, las que al ser asertivas y empáticas conllevan a fomentar conductas más pacificas y colaborativas entre las personas y grupos sociales.

En tal virtud, cabe destacar que el hecho de atribuírsele más valor al varón que a la hembra es un estereotipo cultural, el cual posiciona dentro de la sociedad al hombre y a la mujer dentro de distintos valores jerárquicos. De acuerdo con esta concepción, podemos señalar algunas percepciones psicológicas de las victimas de la violencia de género:
• Baja autoestima, a incapacidad para hacer frente a la situación
• Sentimiento de indefensión y culpabilidad, dada su incapacidad para prever el peligro
• Incremento del sentimiento de vergüenza, culpa y miedo; sobre todo en la mujer,
• Las víctimas reaccionan con una sensación de amenaza, con una gran incapacidad de entender lo qué les está pasando,
• Retraimiento social o pertenencia a un grupo minoritario en el caso de una víctima de acoso escolar,
• Las víctimas suelen desarrollar una sintomatología ansioso-depresiva,
• En la que no están ausentes formas de estrés postraumático,
• Ansiedad,
• Sn personas incapaces y con escasa resolución,
• A partir de ese momento, su identidad quedará comprometida, son una

nueva clase de persona, que ve el mundo des de la perspectiva del agresor: la conciencia que tienen de sí mismos ya no es propia, es estrictamente la conciencia de otro, se ven merecedoras de la agresión,
• Bajo rendimiento en la escuela,
• La depresión constante y/o la presencia de conductas autoagresivas o ideas suicidas.
• La docilidad excesiva y la actitud evasiva y/o defensiva frente a los adultos.
• La búsqueda intensa de expresiones afectuosas por parte de los adultos,
especialmente cuando se trata de niños pequeños.

Ahora bien, así como apuntamos las percepciones de las víctimas de la violencia de género, se debe destacar igualmente la percepción de los victimarios o agresores , así pues:

• “Incapacidad para ponerse en el lugar de la víctima,
• El modelo mental del agresor no le permite identificarse con ésta o en el caso que pueda comprenderla, su situación no es relevante para él.
• Su grado de conciencia sobre el otro es muy bajo,
• Las motivaciones y regulaciones de la conducta violenta son extremadamente específicas y para diferenciarlos entre sí hay que acudir no tanto al tipo de violencia que ejercen (violencia de género, acoso escolar, violación, etc.), cuanto al modo en que regulan su construcción del mundo,
• Tienen dificultades para establecer relación de intimidad estrecha con los demás, no son capaces de preveer las reacciones de otro (carencia de socialización ) por lo que no pueden profundizar en el conocimiento de los demás y las interacciones se vuelven inmediatas, rápidas y puntuales” (*1)


Frente a esta situación, nos percatamos los tipos de violencia que se llevan a cabo dentro de los planteles educativos, tanto a nivel de pares, compañeros y compañeras como a nivel docente el cual es mas serio toda vez que estarían amparados por la dirección del plantel y tendrían toda su credibilidad, dejando como hemos dicho a nuestros niños, niñas y adolescentes atlanticenses, solos ante este monstruo donde no les queda mas que callar si quieren pasar el año.

En esta perspectiva, percibimos, como es de notar que, los menores y adolescentes victimas de violencia de género no pueden denunciar pues no se les cree ni profesores, ni directivos y lo que es mas triste muchas veces ni sus familias. Situaciones así de solapadas, son las que tienden a conllevar a nuestros niños, niñas y adolescentes a expresar su agresividad con otros, y lo que es peor con ellos mismos, llevándolos incluso al suicidio.

La violencia escolar a la que nos referimos, de la que hablamos y la que denunciamos es lo que llamamos la violencia directa, que son las que se ven, las que se observan, pero que también muchas veces los alumnos y en general denuncian más; las que pasan desapercibidas que son las indirectas; por ejemplo en la violencia física indirecta sería el arma y el golpe que es lo que más se denuncia pero la violencia física indirecta sería el romperle cosas, el robarle cosas, el esconderle cosas, lo mismo pasa con lo verbal, lo verbal directo sería el insulto, pero lo indirecto sería la calumnia, la murmuración, y en general cuando uno le empieza a preguntar, para los chicos tal vez, los más chicos denuncian más la violencia física directa pero, a medida que van entrando en la pubertad y en la adolescencia, denuncian más la violencias indirectas y esto justamente lo complica porque es una edad difícil y al mismo tiempo el adulto no lo ve porque muchas veces los chicos están solos.

Así pues, podemos inferir que, de ello ha resultado en efecto que,
En ese contexto, podemos observar que la tendencia converge hacia alumnos amenazados o golpeados por sus compañeros, maestros que a veces no saben cómo actuar en hechos de tanta violencia dónde también se encuentran incluidos.

De manera clara e indubitable nos percatamos que, la vida cotidiana plantea la existencia de hechos de violencia y/o agresión que compromete el funcionamiento de toda sociedad. La vida cotidiana corresponde a la vida del hombre entero, o sea: el hombre participa en la vida cotidiana con todos los aspectos de su individualidad, de su personalidad. En ella se ponen de manifiesto, todas sus capacidades intelectuales, sus habilidades, sus pensamientos, pasiones, ideas, ideologías.

En ese orden de ideas, consideramos que, la familia juega un papel muy importante en la socialización temprana; junto con la escuela y actualmente con los medios masivos de comunicación que trasmiten al individuo las habilidades, los conocimientos y las normas necesarias para su aceptación en la comunidad. Sin embargo, el individuo debe tener la suficiente asertividad para sostener invariable su personalidad, de manera que no incurra en complacencias en contra de su voluntad, por miedo a represalias por parte del resto del grupo social, tratando de evitar rechazo o violencia en alguna de sus modalidades.

Por un lado la violencia es totalmente real; por otro aparece solamente con cierto tipo de representación del campo social. Existe la violencia, pero también "la violencia de la violencia".

Los medios de comunicación de masas contribuyen probablemente a la violencia, pero en gran medida reflejan actitudes ya dominantes frente a ella. La violencia puede convertirse en una manera de vivir, en una forma aceptada de conducta, respaldada por hábitos populares y la moralidad convencional; en otras palabras, una subcultura. A veces en la escuela se desconoce la existencia de problemas de agresión interpersonal que están más cerca de la crueldad que de los conflictos propios de la inmadurez infantil. Los que padecen la agresión de sus compañeros, se sienten no sólo agredidos, sino sin recursos para comunicar los sentimientos de inseguridad y confusión que les provoca verse señalados como cabeza de turco; ni a los violentos que protegidos por el silencio, pueden actuar impunemente. Tampoco beneficia a la escuela, que al no tener información no cuenta con recursos preventivos para actuar contra este fenómeno.
La agresividad gratuita entre escolares se podría definir como un comportamiento de prepotencia, abuso o agresión injustificada que unos chicos ejercen sobre otros.
Las conductas agresivas establecen en la comunicación relacional dos papeles sociales mutuamente complementarios: el del alumno que actuando en forma despótica y prepotente (victimario) intenta dominar la voluntad de otro, y el de este último que acusado por una situación que lo desborda, se ve obligado a asumir el papel de víctima .Cuando se repite en el tiempo termina causando un grave daño psicológico y moral tanto en la víctima como en el agresor. Por un lado, cuando un alumno o alumna se ve acosado por otro o por un grupo de ellos regularmente, sin que pueda hacer nada para evitarlo, sufre un deterioro del concepto de sí mismo y de su autoestima.

Por otro lado, cuando un alumno se acostumbra a hacer daño impunemente a otro, al que simplemente ve más débil o indefenso, insultándolo, llamándolo con motes, amenazándolo o burlándose de él o ella y de sus cosas, sufre también un grave deterioro en su desarrollo social y moral.
Además, el resto de los escolares, convertidos en espectadores de la agresividad entre sus compañeros y compañeras aunque no participen directamente en ello, son víctimas de un clima de relaciones moralmente perverso que permite que quienes exhiben una actitud prepotente abusen de los que no saben defenderse por sí mismos.
El problema del maltrato entre escolares afecta, finalmente, al clima social de la institución y del aula, lo que perjudica el desempeño profesional de los educadores.
No cabe duda de que el aprendizaje de la violencia o agresividad desempeña un papel destacado en la preocupación escolar – social. Un niño puede identificarse con su padre e imitarle, pero también los personajes de las series televisivas son imitadas por los niños. Valores, tipos de conductas agresivas, acciones, palabras, gestos, son asimiladas a la vida cotidiana.
En el aprendizaje de conductas, la observación de un modelo es un elemento facilitador poderoso. Los patrones de conducta parecen interiorizarse a través de la identificación con un modelo. La mayoría de los psicólogos actuales definen la identificación como una imitación global, general, es decir, una tendencia a imitar una variedad de características y conductas de otra persona. Estas definiciones son contrapuestas a la imitación de actos específicos bajo circunstancias específicas.
Muchos teóricos han considerado el modelado como imitación es decir como un proceso por el cual un organismo imita los actos de otro organismo en un período corto.

Es indudable que, situaciones como estas son propensas a suscitarse en individuos que provienen de un hogar en el cual la figura del padre denota arbitrariedad, imposiciones, maltrato verbal e incluso psicológico; una madre sumisa que no oculta el terror hacia su cónyuge y una descendencia, como mencionamos ut supra: “Los patrones de comportamiento parecen interiorizarse a través de la identificación con un modelo”, nos percatamos en esa actitud, la tendencia a imitar las características y conducta de otra persona, en este caso concretamente, imitación de las reacciones de la madre, son las que modelan la conducta d una descendencia marcada por el terror, convirtiéndolo en un ser sumiso e inseguro.

En esta perspectiva, es frecuente escuchar de boca de los niños en el ámbito escolar verbalizaciones tales como "En la escuela no me quieren. No me dejan jugar porque soy lento para correr. La Seño también me dice que soy lento para hacer la tarea", "me siento mal porque los chicos me agreden", "Se burlan de mi", "eres un inútil", "tu para esto no sirves", "siempre el mismo irresponsable", "cuando vas a cambiar".

Este tipo de verbalizaciones a las que se le suman agresiones físicas de un alumno a otro, provocan un deterioro del concepto de sí mismo y de su autoestima.

Algunos psicólogos definen la autoestima como "evaluación de la información contenida en el autoconcepto y procede de los sentimientos del niño acerca de todo lo que él es". La autoestima se define en función de la distancia entre lo que uno es y el ideal de uno mismo.Vendría a ser la autoevaluación conceptual.
Sabemos que la autoestima es un aspecto importante en el proceder general del niño. Parece ser que está relacionada con otras áreas incluyendo la salud psicológica y el rendimiento académico, de un modo interaccional; es decir la autoestima puede ser causa y efecto del funcionamiento en otras áreas.


Resumen

En este artículo he intentado aplicar la lógica del constructivimo para explicar la conducta de víctimas y agresores. Los elementos clave tienen que ver con la socializad (capacidad para jugar un papel en la vida de
otros) de ambos y con el manejo de ciclos emocionales peculiares, como los de culpa -desviación del rol- y amenaza- incapacidad de predecir el mundo-. Los ciclos de violencia están marcados, especialmente en el caso de los agresores, por la incapacidad de valorar la experiencia en términos diferentes a la propia construcción inicial, es decir, no asumen al otro como un agente relevante en sus procesos de construcción. Las víctimas suelen terminar asimilando los constructos de los agresores y por ello terminan definiéndose en los términos de éstos. Los agresores tienen grandes dificultades para adaptar sus predicciones a la experiencia y son muy poco hábiles en captar las construcciones de los demás. En ambos casos es necesario conocer profundamente los contenidos y procesos de adscripción de significado para pode realizar intervenciones terapéuticamente relevantes.

Conclusion:

Dentro de este horizonte, y convencidos de la importancia de las observaciones de las diversas conductas humanas ante ciertas situaciones y a través del análisis de algunas encuentas formuladas a ciertos grupos de estudiantes, podemos concluir que: Se observa como los niños se identifican con modelos propuestos por los dibujos animados, Dragon Ball Z y Pokemon, asumiendo conductas agresivas y violentas que comprometen el clima de las relaciones interpersonales en el ámbito escolar. Los niños que asumen conductas agresivas se convierten en victimarios de aquellos que manifestando conductas sumisas se convierten en sus víctimas.
Se ha podido observar que los escolares victimizados por otros están mas aislados socialmente, lo que les lleva con frecuencia a jugar solos en los recreos, y a sentirse infelices, inseguros, impotentes; además los alumnos y alumnas identificados como víctimas presentan un autoconcepto global muy deficiente y una mala imagen de sí mismos, especialmente en relación con su competencia académica, conducta y apariencia física. También se ha apreciado en ellos la aparición de síntomas clínicos: angustia, miedos, inseguridad. El problema se agrava cuando estas actitudes y comportamientos, contemplados por la mayoría de los escolares son ignorados por el docente instaurándose una especie de costumbre de abusar que termina afectando en forma muy negativa a la víctima.
Se ha observado también que en algunas ocasiones los escolares victimizados durante períodos prolongados se convierten en victimarios de compañeros más "débiles".
Los espectadores ven lo que ocurre, pero es fácil que no estén muy seguros de su propia respuesta emocional ante la conducta agresiva y no hayan aprendido las destrezas necesarias para una intervención social responsable y adecuada. Sin embargo esta pasividad demostrada ante un compañero en peligro tiene importantes consecuencias: en primer lugar, los niños se desensibilizan cada vez más ante el sufrimiento de otros a medida que contemplan situaciones en las que no se interviene. En segundo lugar, aunque se reduce la ansiedad ante el temor por parte del espectador de sufrir una agresión o quedar en ridículo o de causar mas daño a la víctima (en caso de represalias por ejemplo) existe la posibilidad de que quien contempla la escena violenta de forma pasiva pueda llegar a sentir una sensación de indefensión semejante a la experimentada por la víctima.
Cuando se analiza el tema de la violencia desde la perspectiva de la autoestima en esta relación víctima – victimario es manifiesta la pérdida de la autoestima en la "víctima" dentro del grupo de iguales lo que resulta evidente tanto para los agresores como para quienes desempeñan un papel menos activo. El alumno victimizado presenta una tendencia a retraerse, por miedo a relacionarse con los demás o por temor a ser rechazado.
Esta situación es muy riesgosa si tenemos en cuenta que la autoestima es un aspecto importante en el proceder general del niño y que puede ser causa de dificultades presentadas en otras áreas (salud psicológica, rendimiento académico).
De acuerdo a las características de los personajes de la televisión, Dragon Ball y Pockemon, los niños incorporan características de "poder" de dichos personajes; características que según la personalidad de cada uno van conformando una autoestima "negativa" o "positiva".
Si todo lo observado lo llevan a la acción en el escenario de la escuela ello puede observarse en esta relación víctima – victimario. Algunos quieren adquirir "popularidad", convirtiéndose en el "más poderoso", en el "más fuerte" dentro del grupo. Los otros a veces los admiran pero a la vez no pueden soportar los malos tratos.
En general se van afianzando a través de su imagen corporal por la que sienten satisfacción.
Muchas veces se desconoce que las dificultades en el aprendizaje están íntimamente vinculadas con el tema de la violencia y agresión en la relación víctima – victimario.
Es importante señalar que el niño que ejerce la conducta violenta observada de sus personajes televisivos en oportunidades, se ve reforzado por el grupo de pares que participan de las mismas series.
El tema de la violencia escolar no sólo es un problema teórico, sino también cultural, y sobre todo un problema escolar, cabe preguntarse ¿Qué estrategias de solución podemos poner al servicio de esta problemática?.
Para concluir debemos advertir que aprender a convivir con las diferencias parece ser el desafío que se plantea hoy en los ámbitos de la educación.



1= http://www.cop.es/delegaci/andocci/files/contenidos/vol_26_2_17.pdf

27FEB2011

Elaborado por: Hanna Hernández Lárez, Asesor
Autor:Hanna Hernández Lárez U.C.V.(Facultad de Ciencias Políticas y Jurídicas- Escuela de Derecho)
U.S.M (Especialización en Gestión Portuaria y Comercio Exterior-Laude)
U.C (Diplomado en Aduana y Comercio Exterior- Summa Cum Laude)
Asesor de Inversión & Corredor de Bolsas-Finanmarkets Consultores C.A.
Mercados Internacionales -Finanmarkets Consultores C.A.