lunes, 9 de agosto de 2010

AUTOGESTION EN CRISIS.-


Carmen vivió en países donde reinaba la dictadura, como en Chile, con las limitaciones que con ella viene acompañada la vida, colas interminables para comprar una onza de aceite y dos cigarrillos para satisfacer el vicio. Toque de queda a una hora determinada, gendarmes armados y trajeados a la usanza militar, vigilando las calles y desapareciendo gente. Mataron a un estudiante venezolano por la espalda, después de haberlo liberado, manifestándole que le daban prebenda para huir. Como a un perro por la espalda, le segaron la vida y dijeron que huía.

También vio la dictadura de Franco en España a finales de los años 70, poco recuerda de esa época.

Conoció el socialismo de Francia, de Italia, Portugal; el comunismo de la antigua Yugoslavia, en el cual tanto hombres como mujeres trabajaban en el campo, sembraban y cosechaban, unos con tractor, otros con el tridente en mano. Las mujeres con sus faldones hasta los tobillos y pañoletas en la cabeza. Trabajaban para el señor Estado, a quien al final de la cosecha, tenían que entregarle todo el producto de su trabajo y quedarse con un mínimo porcentaje para el consumo del hogar.

Vivió el socialismo de Inglaterra, en el cual reinaba la paz y había mucha equidad; habían escuelas comunales y todo se hacía en mancomunidad; en el comercio todo era sumamente costoso; la carne y el combustible tenían precios equiparables. Inglaterra es un país que vivió guerra con Francia, con Alemania, con España, las dos guerras mundiales…en fin. Es un país que conoció las vicisitudes y carencias de las guerras, La carencias de alimentos, el hambre, la escasez.

El pueblo aprendió a sembrar, a cosechar, a confeccionar y guardar para el invierno…para la época de la escasez, donde por una u otra razón, sea climatológica o por esto de la Ley de libre oferta y demanda de productos, se veían impelidos a autoabastecerse.

Ella recuerda como si hubiese sido ayer, que las mujeres en verano iban todas juntas a las granjas a comprar las papas en sacos, las fresas por cestas. Con estas últimas hacían mermeladas y las guardaban en las alacenas, etiquetándolas para recordar la fecha de elaboración. Hacían pan en casa y poco era lo que compraban en el mercado, solo la materia prima, para disminuir de esta manera los costos de producción.

En el colegio donde Carmen estudiaba, las compañeras tenían dos pantalones nada más, uno para las fiestas y uno para diario; la que tenía más posibilidades contaba con una madre con conocimientos de costura, la que le confeccionaba algunas prendas de vestir.

Todos en sus patios tenían pequeñas barbacoas, con rábano, papas o zanahorias sembradas, las que con orgullo y satisfacción cuidaban y regaban hasta el final de la cosecha, la que obtenían en casa procurándose algunos alimentos para el sustento diario, sin depender del Estado.

Otros con un poco más de suerte eran propietarios de unas tierras, en las que criaban cerdos, los que sacrificaban de vez en cuando para alimentar a sus familias o tenían una vaca a la que ordeñaban y obtenían así leche y queso para sus hogares; gallinas y patos, de donde obtenían huevos, la carne o simplemente aprendían a hacer paté con el hígado de los patos.
Hay que vivir situaciones extremas para que el pueblo aprenda a valorar, a inventar y procurarse sus propios alimentos.

Como Carmen, muchos aprendieron de las carencias a tener un plan gerencial de autoabastecimiento en el hogar. Vivieron guerras y privaciones y tal vez por ello llaman a esos países, “países desarrollados”, tal vez no sea un desarrollo que viene dado por las tecnologías más avanzadas que el resto de los países tercer mundistas. Carmen es partidaria de la hipótesis que esos países procuraron su desarrollo por sus sufrimientos y carencias sobrevenidas de las privaciones vividas, las cuales los conminaron a hallar un sistema que los hiciera menos dependientes del consumismo y los invitara más bien al desarrollo propio y autosustentable, de tecnologías artesanales para la elaboración de todo aquello que necesitaren para su consumo y su auto sustentación.

Carmen después de haber vivido y conocido estas culturas, fue a vivir en Estados Unidos, cultura no muy alejada de la realidad y costumbres occidentales, como son las de Venezuela. La cultura del consumismo, donde todo está hecho y solo tienes que emitir un cheque o “pasar” la tarjeta de crédito para obtener lo que quieres. Votar, pertenecer a un bando u otro y criticar las políticas de Estado.

Carmen como muchos venezolanos, huyó de Venezuela hace muchos años atrás, compró una vivienda para la cual se endeudó con la banca “gringa”, solicitando así un crédito, pero para su infortunio estamos en época de crisis mundial, de similar magnitud a la suscitada en ese país anglosajón, en los años 30. Pero los tratadistas y expertos en el área económica, expresan que ésta crisis supera con creses a la de aquéllos tiempos y que para poder sostenerse nuevamente en pie, ese país, debe transcurrir un decenio.

Ella narra que con tan lamentable situación el banco le quitó su vivienda y aún así quedó adeudando a la banca norteamericana una gran cantidad de dólares. Algunos de sus amigos o vecinos no soportaron tal situación y prefirieron suicidarse antes que enfrentar “las derrotas ajenas”.

Lo cierto es que nos cuenta que tuvo que irse a vivir a un solar donde se aparcan casas rodantes, y vivir dentro de su carro, porque quedó “home less” como suelen llamarlo por aquellas latitudes. Y para colmo de males le quieren aplicar la “Ley Arizona”, deportarla por inmigrante, aún cuando vive legalmente en Estados Unidos y paga sus impuestos contribuyendo así con el fisco nacional.

La amiga Carmen, regresó a su “ pobre rico país”, al menos aquí es connacional y por aquello del “filantropismo del venezolano”, en cualquier patio de una casa humilde, hay una viejita bondadosa dueña de una gallina pica tierra, dispuesta a ofrecerle una buena hospitalidad a una extraña, para a tenderle una mano al prójimo, así no lo conozcamos. A pesar de los decires de la inseguridad y la desconfianza con el desconocido

Aún cuando estamos en tiempos de crisis, conservamos nuestro gentilicio y folklorismo.

Hay que pasar por crisis para valorar lo propio. A pesar de la debacle económica mundial, en Venezuela se ha sentido menos que en otras latitudes y se respiran aires de esperanzas.
Gobierno verdes, blancos, amarillos o rojos…todos son iguales, demagógicos, populistas, corruptos, sin embargo en la actualidad hay en Venezuela un gobierno que se ha preocupado más por su gente.

Ahora bien, queda de parte del pueblo, impedir que el gobierno en tránsito se convierta en un gobierno populista, que le de 1 kilo de arroz y 1 paquete de harina de maíz, a los habitantes por haberlo elegido.

No seamos cómplices de esto. Exijamos a los gobernantes lo que por derecho nos corresponde y lo que por obligación es su deber. Seamos solidarios con nosotros mismos y no esperemos dádivas de gobierno alguno, promovamos nosotros mismos la planificación gerencial del hogar. Con ello quiero incentivar el autoabastecimiento y la autogestión en el hogar, sin esperar limosnas de un Estado que nosotros mismos estamos invitando a ser paternalista.

No nos comportemos como uno mas de esos que ni siquiera tienen conocimientos de términos como “balanza de pagos”, deuda externa, producto interno bruto, al menos aquí en Venezuela.

Carmen narra que tiene una amiga que ni siquiera paga impuestos al Estado y es una experta en evadir al Fisco cuando trae alguna mercancía del exterior para revender.

Vivimos en una Venezuela saudita aún en el siglo XXI y lo único que sabemos hacer los venezolanos es ir a marchas en la creencia de que así se tumban gobiernos.


09Ago10


Elaborado por: Hanna Hernández Lárez, Asesor
Autor: Hanna Hernández Lárez

U.C.V. (Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas – Escuela de Derecho)
U.S.M. (Especialización en Gestion Portuaria y Comercio Exterior)
U.C. (Diplomado en Aduanas y Comercio Exterior)
Asesor de Inversión & Corredor de Bolsas-Finanmarkets Consultores C.A.
Mercados Internacionales -Finanmarkets Consultores C.A.

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