domingo, 8 de agosto de 2010

TÁCTICA Y ESTRATEGIA.-


La etimología de la palabra Estrategia, proviene de Stratos = Ejército y Agein = conductor, guía. Se aplica a los siguientes campos:
• Estrategia militar: conjunto de conductas y temas para conducir la guerra.
• Juegos de estrategia: género de juegos en los que se tiene en cuenta la estrategia ya sea política, militar o económica.
• Estrategia Empresarial: Se refiere al diseño del plan de acción dentro de una empresa para el logro de sus metas y objetivos.
Mapa estratégico: Es el proceso de elaboración de una visión estratégica macro, propuesto por Kaplan y Norton, que normalmente precede a la implementación de un cuadro de mando integral.
Toda formación de un sistema político para su consolidación requiere una elaborada arquitectura militar para poder expandir, proteger y consolidar los grandes intereses económicos, esenciales para los sistemas de gobierno modernos.
Así las cosas, definimos como estrategia el uso del encuentro para alcanzar el objetivo de la guerra. Por lo tanto, debe imprimir un propósito a toda la acción militar, propósito que debe concordar con el objetivo de la guerra. En otras palabras, la estrategia traza el plan de la guerra y, para el propósito aludido, añade la serie de actos que conducirán a ese propósito; es decir, traza los planes para las campañas por separado y prepara los encuentros que serán li¬brados en cada una de ellas.
La estrategia limita con la política y con el gobierno, o, más bien, pasa a ser ambos a la vez, y, como he¬mos observado antes, éstos tienen más influencia sobre lo mu¬cho o lo poco que ha de hacerse, que sobre cómo ha de realizar¬se. Allí es donde está la cuestión principal, como en los actos aislados de la guerra, tanto grandes como pequeña, las magni¬tudes espirituales se reducen a un número muy reducido.
Etapas estratégicas de la guerra:
• La defensiva,
• El equilibrio y
• La contraofensiva.

La estrategia tiene una lógica paradójica, es un fenómeno objetivo que nace del conflicto humano, las condiciones o las situaciones surgen involuntariamente de sus participantes.

La estrategia hoy en día es aplicada no sólo por los militares o por los hombres de negocios sino también por los deportistas, diplomáticos, políticos y por el común de los mortales en su dura vida diaria.

Vemos, pues, que la guerra no constituye simplemente un acto político, sino un verdadero instrumento político, una conti¬nuación de la actividad política, una realización de ésta por otros medios. Lo que resta de peculiar en la guerra guarda relación con el carácter igualmente peculiar de los medios que utiliza. El arte de la guerra en general, y el jefe que la conduce en cada ca¬so particular, pueden determinar que las tendencias y los planes políticos no encierren ninguna compatibilidad con estos medios. Esta exigencia no resulta baldía; pero, por más que se imponga poderosamente en casos particulares sobre los designios políti¬cos, debe considerársela siempre sólo como una modificación de esos designios, ya que el propósito político es el objetivo, mien¬tras que la guerra constituye el medio, y nunca el medio cabe ser pensado como desposeído de objetivo.
. Todas las guerras tienen que ser consideradas como ac¬tos políticos

En relación con nuestro tema principal, podemos apreciar que, si bien es verdad que en cierta clase de guerras la política parece haber desaparecido por completo, mientras que en otras aparece de forma bien definida, cabe afirmar, sin embargo, que unas son tan políticas como las otras. Efectivamente, si conside¬ramos la política como la inteligencia del Estado personificado, entre las combinaciones de circunstancias que deben ser tenidas en cuenta en los cálculos, debemos incluir aquella en que la na¬turaleza de las circunstancias provoca una guerra de la primera clase. Pero si el término política no es entendido como un cono¬cimiento amplio de la situación, sino como la idea convencional de una añagaza cautelosa, astuta y hasta deshonesta, contraria a la violencia, es en este caso cuando el último tipo de guerra co¬rrespondería, más que el primero, a la política.Para entender con mayor profundidad las diferencias que estriban entre táctica y estrategia, debemos citar mediante un esquema tales discrepancias, así pues:

Táctica:
• Se necesite mucha mas fuerza de voluntad para tomar una decisión importante en la estrategia que en la táctica,
• En la táctica se cae en el entusiasmo con rapidez; el que actúa se siente arrastrado por un remolino contra el cual no debe luchar sin te¬ner que afrontar las consecuencias más destructivas, reprime las dudas que puedan conturbarlo y se aventura a avanzar intrépida¬mente,
• La táctica puede usar las fuerzas de forma sucesiva, mientras que la estrategia lo hace de modo simultáneo.

Estrategia:
• En la estrategia, donde todo se mueve con mayor lenti¬tud, hay mucho más lugar para nuestras propias dudas y las de los demás, para las objeciones y las protestas, y, en consecuen¬cia, también para los remordimientos inoportunos. Y ya que en la estrategia no vemos con nuestros propios ojos ni siquiera la mitad de las cosas que percibimos en la táctica, pues todo debe ser conjeturado y supuesto, también en ella la convicción es me¬nos firme. El resultado es que la mayoría de los generales, en el momento en que deberían actuar, se aferran fuertemente a dudas estériles.
• Dentro de las estrategias de la guerra, encontramos la guerra de guerrillas, la guerra de resistencia que puede dividirse, a grandes rasgos, en dos períodos estratégicos (En el primer período (que comprende las etapas de defensiva estratégica y de equilibrio estratégico), la guerra de guerrillas ocupa el lugar principal, en tanto que en el segundo (la etapa de contraofensiva estratégica), ese lugar lo ocupará la guerra regular, y la guerra regular. La guerra regular se caracteriza por la concentración de las fuerzas para hacer una guerra de movimientos y por cierto grado de centralización y planificación en el mando y en la organización.
• La guerra de guerrillas del primer período de la Guerra de Resistencia difiere considerablemente, en su contenido, de la del primer período de la guerra civil, porque ahora empleamos al Ejército regular (regular en cierta medida) para realizar en orden disperso las tareas guerrilleras. Igualmente, la guerra regular del segundo período de la Guerra de Resistencia será distinta de la del segundo período de la guerra civil, ya que podemos suponer que, una vez pertrechado de armamento moderno, tanto el ejército como sus operaciones experimentarán un gran cambio. El ejército alcanzará entonces un alto grado de centralización y organización; sus operaciones adquirirán un elevado nivel de regularidad y perderán mucho de su carácter guerrillero; lo inferior se transformará en superior, y la guerra regular de tipo chino pasará a ser de tipo universal. Esta será nuestra tarea en la etapa de contraofensiva estratégica.
• La estrategia determina el lugar donde habrá de emplearse la fuerza militar en el combate, el tiempo en que ésta será utili¬zada y la magnitud que tendrá que adquirir
De esta manera vemos que a lo largo de los cuatro períodos estratégicos de las dos guerras -- la guerra civil y la Guerra de Resistencia --, se producen tres cambios de estrategia. El primero puede ser el paso de la guerra de guerrillas a la guerra regular en la guerra civil. El segundo puede ser el paso de la guerra regular en la guerra civil a la guerra de guerrillas en la Guerra de Resistencia. Y el tercero será el paso de la guerra de guerrillas a la guerra regular en la Guerra de Resistencia. En lo que respecta a la Guerra de Resistencia en su conjunto, la guerra regular juega el papel principal, y la guerra de guerrillas, el auxiliar, porque únicamente la guerra regular puede decidir el desenlace de la Guerra de Resistencia. En lo que respecta al país en su conjunto, de las tres etapas estratégicas de todo el proceso de la Guerra de Resistencia (la defensiva, el equilibrio y la contraofensiva), la primera y la última son etapas en las que la guerra regular juega el papel principal, y la de guerrillas el auxiliar. En la segunda etapa, como el enemigo tratará de consolidar el territorio que haya ocupado, y nosotros todavía no nos encontraremos en condiciones de lanzar la contraofensiva aunque nos estaremos preparando para ella, la guerra de guerrillas pasará a ser la forma principal, y la guerra regular, la auxiliar. Pero ésta constituirá sólo una de las tres etapas de toda la guerra, aunque puede ser la más prolongada. Por lo tanto, en lo tocante a la guerra en su conjunto, la guerra regular jugará el papel principal, y la guerra de guerrillas, el auxiliar. Si no entendemos esto, si no comprendemos que la guerra regular es la clave para decidir el desenlace de la guerra, y si no prestamos atención a la construcción de un ejército regular ni al estudio y a la dirección de la guerra regular, no podremos derrotar al oponente o enemigo. Este es un aspecto de la cuestión.
Sin embargo, la guerra de guerrillas desempeña un importante papel estratégico en toda la guerra. Si no hacemos la guerra de guerrillas, si no nos preocupamos de la organización de unidades y ejércitos guerrilleros, así como del estudio y la dirección de la guerra de guerrillas, tampoco podremos derrotar al enemigo u oponente.
La razón es que la mayor parte del territorio se convertirá en retaguardia del enemigo si no se desarrolla la más amplia y tenaz guerra de guerrillas y se permite que el enemigo se atrinchere tranquilamente sin temor a un ataque desde su retaguardia, nuestras fuerzas principales que luchan en el frente sufrirán inevitablemente grandes pérdidas y el enemigo lanzará sin duda ofensivas aún más violentas; será entonces difícil lograr un equilibrio, y la continuación de la resistencia armada podrá verse en peligro. Incluso si las cosas no ocurren de este modo, surgirán condiciones desfavorables tales como la insuficiente preparación de fuerzas para nuestra contraofensiva, la ausencia de acciones de apoyo en la retaguardia enemiga cuando lancemos la contraofensiva, y la posibilidad de que el enemigo se recupere de sus pérdidas. Si se presentan tales condiciones y no desarrollamos a tiempo una amplia y tenaz guerra de guerrillas para superarlas, nos será asimismo imposible derrotar al Japón. Por lo tanto, si bien la guerra de guerrillas representa sólo un papel auxiliar en la guerra en su conjunto, tiene de hecho una considerable importancia estratégica. Es sin duda un grave error descuidar la guerra de guerrillas en la Guerra de Resistencia contra el oponente o enemigo. Este es el otro aspecto de la cuestión. Para que la guerra de guerrillas sea posible, basta una sola condición: un país extenso. De ahí que en los tiempos antiguos también hubiera guerra de guerrillas.
La victoria de la guerra de guerrillas sólo es posible en los grandes países de los tiempos modernos donde existen Partidos Comunistas, como en la Unión Soviética durante la guerra civil y en la China actual. En la Guerra de Resistencia, desde el punto de vista de las condiciones actuales y de las generales, es necesaria y conveniente la división del trabajo entre el Kuomintang y el Partido Comunista en lo que respecta a las operaciones militares: el Kuomintang efectúa frontalmente la guerra regular, y el Partido Comunista, la guerra de guerrillas en la retaguardia enemiga. Es una cuestión de necesidad para ambos, de coordinación y ayuda mutuas.
Aquí en este punto neurálgico se hace de vital importancia que se cambie de línea estratégica militar, pasando de la guerra regular del segundo período de la guerra civil a la guerra de guerrillas del primer período de la Guerra de Resistencia contra el enemigo. Los efectos favorables de este cambio pueden resumirse en los dieciocho puntos siguientes:
1) Reducción del territorio ocupado por las fuerzas enemigas;
2) expansión de las bases de apoyo de nuestras fuerzas;
3) en la etapa de defensiva, distracción de las fuerzas enemigas en coordinación con las operaciones frontales;
4) en la etapa de equilibrio, firme mantenimiento de las bases de apoyo en la retaguardia del enemigo, a fin de facilitar el adiestramiento y la reorganización de las tropas regulares que operan en el frente;
5) en la etapa de contraofensiva, coordinación con las operaciones del frente para recuperar el territorio perdido;
6) engrosamiento de nuestras fuerzas del modo más rápido y eficaz;
12) creación de las condiciones más favorables para desintegrar las tropas enemigas;
13) impacto sobre los sentimientos de todo el pueblo y estímulo a la moral de todos los ejércitos del país con los efectos más amplios y duraderos;
14) impulso al progreso de los ejércitos y partidos amigos en la escala más amplia posible;
15) adaptación a las condiciones en que el enemigo es fuerte y nosotros débiles, a fin de sufrir menos pérdidas y alcanzar más victorias;
16) adaptación al hecho de que el país enemigo es pequeño y el nuestro, grande, a fin de que el adversario sufra más pérdidas y obtenga menos victorias;
17) preparación de gran número de cuadros dirigentes de la manera más rápida y eficaz, y
18) creación de las condiciones más favorables para solucionar el problema del avituallamiento.
No cabe duda alguna de que, en el largo transcurso de la lucha, las unidades guerrilleras y la guerra de guerrillas no deben estancarse en su estado inicial sino desarrollarse para pasar a una fase superior, convirtiéndose gradualmente en un ejército regular y en una guerra regular. Por medio de la guerra de guerrillas, acumularemos fuerzas nos convertiremos en uno de los factores decisivos para el aplastamiento del imperialismo norteamericano.
El estudio de los problemas de la estrategia y la teoría de la guerra ha estado limitado hasta ahora a muy pocas personas.
De ahora en adelante, debemos prestar atención a todas estas cosas, y la teoría de la guerra y de la estrategia en la base de todo estudio militar. Estimo necesario despertar el interés por el estudio de la teoría militar y llamar a todos los militantes del Partido a prestar atención al estudio de los problemas militares.
CONCLUSIONES
Han transcurrido casi 25 siglos de Sun Tzu y casi dos siglos de Clausewitz, pero la estrategia es nueva en el ámbito empresarial habiéndose iniciado en los años '60 del siglo XX con Alfred D. Chandler, continuado en el '65 con Igor Ansoff y llegado a un alto nivel con Michael Porter en los '80 y '90. En los negocios como en la guerra, el objetivo de la estrategia es poner a nuestro favor las condiciones más favorables, juzgando el momento preciso para atacar o retirarse siempre evaluando correctamente los límites del combate. La organización y estrategia empresarial ha tomado mucho de la organización y estrategia militar y viceversa.
En esta era de la nueva economía ninguna estrategia de negocios puede construirse sobre análisis o información fragmentaria o parcial. En éste caso si las cosas salen bien será por una simple cuestión de suerte o de intuición. El verdadero estratega no depende ni de la una ni de la otra. La estrategia no se concibe para escenarios estáticos donde los competidores no reaccionan o donde no existen las discontinuidades. Si así fuera, la estrategia sería un asunto meramente administrativo, pero no lo es porque no es algo predecible, cuantificable o controlable. La estrategia tiene una lógica paradójica, es un fenómeno objetivo que nace del conflicto humano, las condiciones o las situaciones surgen involuntariamente de sus participantes, hoy día puede ser favorable, pero mañana puede ser un peligro.
La estrategia en la empresa es un tema importante hoy en día y lo seguirá siendo y, aunque el objetivo no es igual que la de los militares, es decir, aniquilar al enemigo, hay que anticiparse al competidor y/o enfrentarse con una rápida contramaniobra.
La estrategia hoy en día es aplicada no sólo por los militares o por los hombres de negocios sino también por los deportistas, diplomáticos, políticos y por el común de los mortales en su dura vida diaria.


Cuando la cabeza defina la estrategia en forma democrática deberá considerar: búsqueda de nuevas ideas, configurar escenarios dinámicos, ser audaces, desterrar mayor participación de mercado, crear oportunidades de negocios, ver la empresa como parte de un panorama más amplio, tener conciencia de los cambios tecnológicos y ambientales, conocer las necesidades de recursos, negociar para que los socios y clientes no deserten y, dirimir el conflicto a su favor.

Elementos de la estrategia:
1. Elementos morales,
2. físicos,
3. matemáti¬cos,
4. geográficos y
5. estadísticos.
La primera clase incluye todo lo que se pone de manifiesto por medio de cualidades y efectos espirituales; la segunda abarca la magnitud de la fuerza militar, su composición, la proporción de armamentos, etc.; la tercera comprende el ángulo de las lí¬neas de operación, los movimientos concéntricos y excéntricos, en cuanto su naturaleza geométrica adquiere algún valor en el cálculo; la cuarta considera la influencia del terreno, como son los puntos dominantes, las montañas, los ríos, los bosques, los ca¬minos; y, por último, la quinta clase incluye todos los medios de abastecimiento, etc.
LAS FUERZAS MORALES
Tenemos que referirnos de nuevo a esta cuestión, que fue tratada ligeramente en el libro II, capítulo III, porque las fuerzas morales constituyen uno de los temas más importantes en la guerra. Son el espíritu que impregna toda el ámbito bélico. Se adhieren más tarde o más temprano, y con conformidad mayor, a la voluntad que activa y guía a toda la masa de fuerzas y, por así decir, se confunden con ella en un todo, porque ella misma es una fuerza moral.

LAS PRINCIPALES POTENCIAS MORALES
Las principales potencias morales son las siguientes: las ca¬pacidades del jefe, las virtudes militares del ejército y su espíritu nacional.
LA AUDACIA
En el capítulo sobre la certidumbre del éxito se ha determi¬nado el lugar y el papel que la audacia representa en el sistema dinámico de fuerzas, donde se opone a la previsión y a la prudencia, para mostrar, con ello, que la teoría no tiene derecho a restringirla tomando como pretexto su legislación. Esta juega un papel preponderante en la guerra porque el alma del sujeto activo se eleva por encima de los peligros más extraordinarios en la guerra.

LA PERSEVERANCIA
El instinto, que permite apreciar rá¬pidamente el valor de esos incidentes, se adquiere mediante una prolongada experiencia de la guerra; gran valentía y fortaleza de carácter son sus soportes, al igual que las rocas resisten los gol¬pes de las olas. El que ceda a esas impresiones nunca llevará a término ninguna de sus empresas, y a este respecto la perseve¬rancia en el camino decidido es un necesario contrapeso, en tanto que las razones contrarias más concluyentes no se hagan presentes. Más todavía, difícil resulta que haya empresa gloriosa en la guerra que no sea lograda mediante inagotables esfuerzos, penurias y privaciones; y como aquí la debilidad física y espiri¬tual propia de la naturaleza humana está siempre dispuesta a ce¬der, sólo una gran fuerza de voluntad, puesta de manifiesto con esa perseverancia admirada ahora y en la posteridad, conducirá a lograr el objetivo propuesto.




LA SUPERIORIDAD NUMÉRICA

Tanto en la táctica como en la estrategia es este el más ge¬neral de los principios de la victoria, se deduce que la superioridad numérica sólo es uno de los factores que producen la victoria y que, por lo tanto, lejos de haberlo conseguido todo o ni siquiera lo principal mediante esa superioridad. La superioridad numéri¬ca es el factor más importante a la hora de determinar el resulta¬do del encuentro; pero debe ser suficientemente grande como para contrapesar todas las demás circunstancias. Consecuencia directa de esto es la conclusión de que en el punto decisivo del encuentro debería ponerse en acción el mayor número posible de tropas.
Sean estas tropas suficientes o insuficientes, se habrá hecho a este respecto todo lo que permitían los medios.

LA SORPRESA
La sorpresa deviene, pues, el medio con el cual puede lo¬grarse la superioridad numérica; pero también cabe considerarla en sí misma como un principio independiente, a causa del efecto moral que provoca. Cuando la sorpresa consigue alcanzar el éxi¬to en alto grado, las consecuencias que acarrea son la confusión y el desaliento en las filas enemigas, y esto multiplica el efecto del éxito, como puede ser mostrado mediante suficientes ejem¬plos, tanto grandes como pequeños.
Afirmamos que la sorpresa constituye, sin excepción algu¬na, el fundamento básico de todas las iniciativas, sólo que en grados muy diferentes, de acuerdo con la naturaleza de cada ini¬ciativa en particular.
La sorpresa sólo puede ser efectuada por la parte que dicta la ley a la otra; y el que realiza la acción justa dicta esta ley. Si sorprendemos al enemigo con un despliegue erróneo, entonces, en lugar de obtener un buen resultado, podriamos tener que so¬portar un fuerte contrataque. En todo caso, el adversario no pre¬cisará prestar mucha atención a nuestra sorpresa, porque habría encontrado en nuestro mismo error el medio de evitar la acción adversa. Como la ofensiva contiene una acción positiva mucho mayor que la defensiva, la sorpresa encontrará por lo tanto un lugar más idóneo en el ataque, pero de ninguna manera de for¬ma exclusiva, como veremos más adelante. Pueden producirse sorpresas mutuas tanto en la ofensiva como en la defensiva, y entonces el que sepa acertar será el que triunfe.
LA ESTRATAGEMA
La estratagema presupone una intención oculta y, por lo tanto, es opuesta al modo de obrar recto, simple y directo, del mismo modo que la respuesta ingeniosa se opone a la argumen¬tación directa.
Tiene mucho que ver con el engaño, porque éste también oculta su in¬tención. Incluso es un engaño en sí misma, pero sin embargo di¬fiere de lo que comúnmente se considera como tal, por la razón de que no constituye una directa violación de una promesa.
Quien emplee la estratagema deja que la persona a la que desea engañar cometa por sí misma los errores del entendimiento que, al final, confluyendo en un efecto, modifican de pronto la natu¬raleza de las cosas ante sus ojos.
CONCENTRACIÓN DE FUERZAS EN EL ESPACIO
La mejor estrategia consiste en ser siempre muy fuerte, pri¬mero en un sentido general, y luego en el punto decisivo. Por lo tanto, aparte del esfuerzo en crear las fuerzas suficientes y que no siempre corresponde al general en jefe, no hay ley más sim¬ple y más imperativa para la estrategia que la de mantener con¬centradas las fuerzas. Nada tiene que ser separado del conjunto principal, a menos que lo exija algún objetivo perentorio.
CONCENTRACIÓN DE FUERZAS EN EL TIEMPO
La guerra es el choque de unas fuerzas opuestas entre sí, de lo que resulta, en consecuencia, que la más fuerte no sólo destruye a la otra, sino que la arrastra en su movimiento. Básica¬mente, esto no admite la acción sucesiva de fuerzas, sino que es¬tablece como ley principal de la guerra la aplicación simultánea de todas las fuerzas destinadas a intervenir en el choque.
Se hace evidente cómo puede ser desventa¬joso el empleo de demasiadas fuerzas en un encuentro; porque, sean cuales fueren las ventajas que en el primer momento pueda proporcionar la superioridad, luego se tendrá que pagar caro por ello.



LAS RESERVAS ESTRATÉGICAS

Las reservas estratégicas, se usan con dos objetivos claramente diferenciados, en primer lugar renovar y prolongar el combate, y en segundo ser usadas en caso de cualquier acontecimiento imprevisto.
Pero también puede surgir en la estrategia la necesidad de disponer de una fuerza para hacer frente a un acontecimiento imprevisto y, en consecuencia, también pueden existir reservas estratégicas, pero sólo allí donde se conciba la posibilidad de un acontecimiento de esa naturaleza.
Con estas tres conclusiones contamos, pues, con un funda¬mento suficiente para considerar que las reservas estratégicas son tanto más superfluas, inútiles y peligrosas cuanto más general sea su propósito.
Todas las fuerzas tienen que ceñirse a la decisión principal y es absurda cualquier reserva (fuerzas activas disponibles) que sólo esté destinada a ser usada después de esa decisión.
Por lo tanto, así como la táctica dispone en sus reservas no sólo de un medio para enfrentar disposiciones imprevistas de parte del enemigo, sino también para subsanar las que nunca pueden ser previstas, o sea, el resultado del encuentro, en caso de ser éste desfavorable, la estrategia, por el contrario, al menos en lo que al fin principal se refiere, debe renunciar al uso de es¬tos medios.
ECONOMÍA DE FUERZAS
La persona que actúa en la guerra debe confiar en un momento dado en el juicio instintivo y sutil que, fundado en la sagacidad natural y formado en la reflexión, encuentra la vía justa casi de manera inconscien¬te; en otro momento debe simplificar la ley, reduciéndola a ras¬gos distintivos sobresalientes que constituyen su regla, y, aun en otro, la rutina establecida debe pasar a ser la norma a la que ca¬be adherirse.
Será un mal administrador de sus fuerzas quienquiera que las mantenga en lugares donde su adaptación a las actuaciones del enemigo no les dé suficiente destinación, quien tenga parte de sus fuerzas sin ningún uso, es decir, que les permita estar ociosas, mientras que las del enemigo perma¬necen en pie de guerra.
TENSIÓN Y REPOSO
Si en la guerra hay una suspensión de la acción, es decir, si ningún bando aspira a algo positivo, habrá reposo y, en conse¬cuencia, equilibrio; pero, por supuesto, un equilibrio en el senti¬do más amplio, en el que se toman en consideración no sólo las fuerzas militares, morales y físicas, sino todas las circunstancias e intereses concurrentes. Tan pronto como uno de los oponentes se propone un objetivo positivo y da los pasos necesarios para lograrlo, aunque sólo sea por medio de preparativos, y en cuan¬to el adversario se opone a esto, se creará una tensión de fuer¬zas. Esto perdurará hasta que se produzca la decisión, o sea, has¬ta que un bando abandone su objetivo o bien el otro le permita alcanzarlo.
Cuando este movimiento se haya agotado, ya sea por las dificultades que ha tenido que superar para vencer su propia fricción interna, ya por la intervención de nuevos contrapesos, entonces, o bien se llega nuevamente al estado de reposo o se produce una nueva tensión y una nueva decisión, y, luego, un nuevo movimiento, en dirección opuesta en la mayoría de los casos.
Esta distinción teórica entre equilibrio, tensión y movimien¬to es más importante para la acción práctica de lo que pudiera parecer a simple vista.
Si existe un estado de tensión, los efectos de la decisión siempre serán más grandes, en parte porque se pone de mani¬fiesto una mayor fuerza de voluntad y una presión más grande de las circunstancias, en parte porque todo ha sido preparado y dispuesto para un movimiento notable. La decisión en tales ca¬sos recuerda el efecto de una mina bien afirmada y apisonada, mientras que el acontecimiento, tal vez igualmente grande en sí mismo, que se produjera en el estado de reposo sería más o me¬nos un montón de pólvora, cuyo efecto se disipa al aire libre.
En la política se halla muy presente el arte de la guerra, es por ello que no debemos subestimar al oponente, se encuentra entremezclada en una confusión teórica o no, mante¬niendo puntos de vista titubeantes que suelen conducir a resulta¬dos insatisfactorios, a veces oscuros, a veces fantásticos, fluctuan¬do en vanas generalidades, como las que a menudo tenemos que escuchar o leer respecto a cómo debe conducirse la guerra de forma adecuada, Debemos con ojo crítico analizar el contenido de este artículo para que ni la táctica, ni la estrategia, ni la sorpresa jueguen una estratagema con nuestros planes y logremos alcanzar la victoria. Esto se logra a través de la persistencia para lograr así la conquista del territorio y luego la de las mentes e ideologías que es el fundamento principal de la acción.
Fuentes:
Introducción a la Teoría General de Administración. Idalberto Chiavenato.
1999.
• De la guerra. Karl Von Clausewitz. 1992.
• Managing for Results. Peter F. Drucker. 1985.
• Revista Business. Lima, Setiembre 2000. www.bbc.co.uk/worldservice
• The Handy Guide to the Gurus of Management. www.gurusonline.tv
• Alfred Chandler, the "Father" of Strategy. www.3w3search.com
• El Arte de Pensar Estratégicamente. www.pfdf.org
• Managing Quietly-Henry Mintzberg.www.fastcompany.com
• Michael Porter´s Big Ideas


Autor: Hanna Hernández Lárez
U.C.V. (Facultad de Ciencias Políticas y Jurídicas-Escuela de Derecho)
U.S.M ((Especialización en Gestión Portuaria y Comercio Exterior-Laude)
U.C (Diplomado en Aduana y Comercio Exterior- Summa Cum Laude)

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